martes, 15 de marzo de 2011

LA CLASE



François es un joven profesor de lengua francesa en un instituto difícil, situado en un barrio conflictivo. Sus alumnos tienen entre 14 y 15 años. No duda en enfrentarse a Esmeralda, a Souleymane, a Khoumba y a los demás en estimulantes batallas verbales, como si la lengua estuviera en juego. Pero el aprendizaje de la democracia puede implicar auténticos riesgos. François -autor de la novela en la que se basa la película, con formato de docudrama- y los demás profesores se preparan para enfrentarse a un nuevo curso. Llenos de buenas intenciones, deseosos de aportar la mejor educación a sus alumnos, se arman contra el desaliento. Pero las culturas y las actitudes se enfrentan en el aula, microcosmos de la Francia contemporánea. Por muy divertidos y estimulantes que sean los adolescentes, sus comportamientos pueden cortar de raíz el entusiasmo de un profesor que no cobra bastante. La tremenda franqueza de François sorprende a sus alumnos, pero su estricto sentido de la ética se tambalea cuando los jóvenes empiezan a no aceptar sus métodos.



Consideramos que, ante todo, La Clase es una acertada radiografía de lo que sucede hoy en día en las aulas. Al contemplarla, uno aprecia lo lejos que quedan otras visiones mucho más utópicas, aunque también necesarias (El club de los poetas muertos), o ingenuas y poco realistas (Mentes peligrosas). Aquí, uno tiene la sensación de que la cruda realidad se ha colado en la pantalla, con esos alumnos que cuestionan continuamente la labor del docente, con los conflictos que origina lo que ofrece el sistema y lo que los alumnos esperan de él, etc. Se trata de un bocado amargo, que ni siquiera utiliza la música para endulzar el producto, y con una sensación claustrofóbica originada, entre otras cosas, por la utilización del centro educativo como único espacio del film.

Recomendamos esta película a educadores y personas sensibles con el mundo de la enseñanza.

Fuente extraída de www.filmaffinity.com

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